Los días lluviosos y fríos parece que animan a entrar en la cocina y preparar cosas en el horno, así que, contagiada de ese ánimo, he preparado estos roscos.
Los he llamado así porque no son nada pesados, realmente resultan ligeros y agradables de comer.
Os dejo la receta para que los preparéis y podáis disfrutarlos con un café calentito.
INGREDIENTES:
- 5 huevos (tamaño L)
- la piel de un limón
- 400 gr. de harina
- 1/2 vaso (de los de agua) de aceite de oliva virgen extra
- 120 gr. de azúcar
- 1 cucharada sopera de anís en grano
- 1 cucharadita de levadura en polvo
Para la cobertura de los roscos:
- 2 claras de huevo
- 4 cucharada soperas de azúcar
- poco menos de 1/2 vaso de agua
PREPARACIÓN:
En una sartén ponemos el aceite con la piel de limón y calentamos. Cuando la piel comience a dorarse, retiramos el aceite del fuego y sacamos la piel de limón. Dejamos enfriar.
En un mortero machacamos el anís.
Batimos los huevos con el azúcar hasta que blanqueen. Entonces añadimos el aceite poco a poco, el anís machacado y la harina con la levadura. Mezclamos hasta integrar todos los ingredientes. Dejamos reposar hora y media. La masa no queda dura ni manejable con las manos. Pasado ese tiempo, llenamos una manga pastelera a la que ponemos una boquilla ancha y lisa. Engrasamos una bandeja de horno y vamos haciendo las roscos, entre uno y otro es mejor dejar un poco de espacio. Introducimos la bandeja en el horno, precalentado previamente, a 180º C y dejamos unos 12-15 minutos, hasta que se doren.
Sacamos y dejamos enfriar.
Mientras, preparamos un merengue. Ponemos en el fuego un cazo de fondo grueso con el agua y el azúcar y hacemos un almíbar a punto de hebra. Batimos las claras a punto de nieve fuerte. Una vez que las claras están montadas, vamos agregando poco a poco el almíbar sin dejar de batir.
Cuando los roscos estén fríos, bañamos con el almíbar y dejamos secar para que se forme una capa crujiente con el merengue.
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